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La cordillera Cantábrica, barrera montañosa que separa las regiones noroccidentales de la península, de la meseta, ha sido desde tiempos casi inmemoriales atravesada por los distintos pueblos a través de los puertos de montaña que la surcan. Más en concreto, entre las provincias de Asturias y León se encuentran los pasos de Pajares, San Isidro, Leitariegos, Somiedo, Tarna, el Pontón, Ventana, La Cubilla, Piedrafita o Vegarada. De todos ellos, los asfaltados y los semiarreglados, hay uno que destaca por dureza. Tal vez nos ronde por la cabeza Pajares y su tremenda parte final, o los interminables Cubilla, Somiedo o Ventana. Pero no, hay uno que sobresale por encima de todos ellos: Vegarada. Si nos remitimos a los datos ya podemos quedar asombrados, pues desde la localidad de Casomera (cuando llevamos ya unos 4,5 kilómetros con pendiente levemente positiva) el puerto tiene una longitud de 12,4 kms. a una pendiente media de casi el 7,6%, rampas que alcanzan el 25% y cuatro de sus kilómetros (los centrales) no bajan del 10%. El desnivel acumulado se acerca a los 1000 metros y su altitud tampoco es despreciable, pues sobrepasa los 1500. Pero vayamos con la descripción del puerto, más allá de los datos puramente objetivos. Para ello voy a empezar con una opinión personal de lo que es esta subida: para mí es el puerto de paso más duro de Asturias, al menos de los que he subido: más que San Lorenzo, Cobertoria (más que cualquiera de sus vertientes), Ventana, Pajares, San Isidro, Rañadoiro, Tarna, Maravio, Campa Dosango, Trobaniello, Somiedo y, por supuesto, que Colladona, Colladiella, Teyera, Picullanza, Mozqueta, Cordal, Cuchu Puercu…

Comenzamos la medición, como ya dije antes, en la localidad de Casomera, en el puente sobre el río Aller, es decir, a la salida de dicha población. Los primeros kilómetros, hasta Rioaller, son una combinación de repechos realmente duros (rampas que sobrepasan el 10%) con tramos de descenso que influyen en que la pendiente media sea algo engañosa. Atención, sobre todo, al espectáculo que nos tiene reservada la ascensión cuando llevamos poco más de 2,5 kilómetros: las impresionantes Foces de Rioller. Una maravilla de la naturaleza, un espectáculo para el que no es necesario pagar. Sólo pedalear (en nuestro caso) y admirar. Pero cuando salimos de ahí nos encontramos con un tremendo muro que alcanza el 15%. Es el aperitivo de lo que vendrá más tarde… Un suave descenso de unos 100-200 metros nos sitúa en Rioaller, donde da inicio la fase final de la ascensión. Aún en asfalto (impecable, por cierto) vamos atravesando las caleyas del pueblo y la pendiente se va incrementando de manera abrupta. Hasta un 21% (ver foto) llega a marcar el altímetro. ¡Y aún estamos a más de 8 kilómetros de la cima! Pero hay más, mucho más. En plenas caleyas cambiamos el asfalto por el hormigón, rayado, que lo estrenaremos de la “mejor” forma posible: con una brutal rampa del 25% (habéis leído bien). No recuerdo un pueblo tan empinado como éste… Y, finalmente, salimos de Rioaller para encaminarnos, en un principio, en hormigón hacia el puerto de Vegarada. Ahora la ascensión transcurre casi escondida por el bosque. Así serán los siguientes 4 kilómetros, hasta el Mayéu Carbayalín: una buena forma de esconder el tramo más duro. La pendiente media de esa zona es de un 12% y se salvan varios “muros” al 18, al 22 e, incluso, otro, más arriba, al 25%, agravados por el estado de la pista, en muchos casos, bastante irregular, con mucha piedra suelta,… Esta fase culmina, como ya he señalado más arriba, en el Mayéu Carbayalín, en donde la pendiente se reduce bruscamente y prácticamente llaneamos. Un respiro de medio kilómetro para reponer fuerzas ante la irregular parte final. Es, a partir de ahora cuando la subida se “abre” completamente y podemos contemplar casi la cima y buena parte de los kilómetros que nos quedan para culminar, un paisaje majestuoso al nivel de los puertos alpinos. Y retomamos la dureza, rampas al 15-16% (algo más), curvas de herradura, pero ahora la discontinuidad es la nota predominante, ya que las dificultades se ven combinadas con zonas más suaves. Los dos últimos kilómetros, ya más suaves (entre el 5 y el 7%), transcurren casi en línea recta en busca de las cabañas ganaderas situadas en los puertos de Vegarada. La ascensión finaliza poco después de pasar el mayau en que se encuentran las mismas. Desde ahí un suave descenso de casi un kilómetro para desembocar en el asfalto de la vertiente leonesa de Vegarada.

Como conclusión señalaré varios enlazados posibles de este puerto, que es el aspecto más negativo que presenta (además de que se trata, en la actualidad, de pista de tierra en su mayor parte). Uno de ellos sería el formado por Arnicio-Tarna (Las Señales)- San Isidro (León)-Vegarada. Otro de ellos podría ser el formado por Mozqueta-Colladona-Vegarada.


 

Unas fotos de la subida:

 


Ahora, la subida en Google Maps: