Con 1600 kilómetros en bici de carretera y 1900 con la BTT, llega el día de la Clásica El Angliru 2009, mi reto personal para este año. Según el perfil se trata de una ruta de 129 kilómetros que incluye los puertos del Maravio, (el escondido) Tenebredo y, finalmente, el Angliru. Llego con tiempo a L’Ará, donde aparco el coche. Todavía no son las 8:30 h. con lo que aprovecho para comer una parte del bocadillo de jamón y queso que había preparado. Con suma paciencia saco la bicicleta del coche, reviso los frenos y voy vistiéndome. En torno a las 8:50 h. me dirijo a la Plaza del Ayuntamiento de Riosa y allí encuentro a un conocido: ElGolfor, uno de los compañeros del foro APM y otro “loco”, como yo, por las ascensiones desconocidas de Asturias.

Foto sacada por Elgolfor, antes de la salida

La salida se retrasa y empezamos a dar pedales pasadas las 9:20 h. Los primeros kilómetros se cubren a una velocidad vertiginosa: en torno a 29-30 km/h vamos haciendo la primera parte, hasta Grado. Se inicia la ascensión, entonces, al puerto del Maravio, larguísimo, pero no por la vertiente “clásica”, sino por Yernes, lo que le añade dureza y más kilómetros. Y es en esa ascensión donde comienza a hacer acto de aparición la niebla que nos impide ver buena parte, no ya sólo del fabuloso paisaje que nos rodea, sino de la carretera por la que transitamos. Tras 15 kilómetros de discontinua ascensión (y pasado ya el primer avituallamiento) llegamos a Yernes, localidad situada a casi 700 metros de altitud, y que va a dar paso a un breve descenso que nos sitúa en la carretera que va a Villabre. En esta localidad se inician los 5 kilómetros finales del Maravio, los más duros. Pero este puerto, carente de un cartel indicador en el alto, provoca una sensación de agobio, ya que parece no acabarse nunca. Durante 2-3 kilómetros rodamos por la zona alta de los puertos del Maravio, en una combinación de repechos (realmente duros) con tramos de bajada, hasta que se inicia el descenso, esta vez sí, por una carretera muy descarnada. Y si hasta entonces no había pasado dificultades, es ahora cuando se producen, ya que no soy precisamente un as de los descensos, con lo que extremo todas las precauciones hasta llegar a Entrago, donde se produce el reagrupamiento. Tras 15 minutos de parada, reiniciamos la marcha, a gran velocidad, en busca del segundo puerto de la jornada, el explosivo alto del Tenebredo. Allí veo como todos (los de este primer grupo, ya que había varios) me van pasando, lo cual observo con incredulidad, hasta que en la rampa final (la del 20%), voy invirtiendo la situación poco a poco, al igual que en el descenso, el cual realizo con mucha más habilidad, debido a que lo conocía y que se adaptaba mejor a mis características. Tras quedarme casi sólo, con unos cuantos corredores por delante y un reguero de gente por detrás, voy recorriendo todo lo veloz que puedo el tramo entre Soto de Ribera y Riosa, lleno de subidas y bajadas, lo que va minando, aún más si cabe, las fuerzas. Con 129 kilómetros (en mi cuentakilómetros) llego a Riosa, al pie del Angliru. Empiezan ahí, entonces, los tortuosos 13 kilómetros que nos conducen al “Olimpo del Ciclismo”. La primera parte, hasta Viapará la voy cubriendo con solvencia, dentro de lo que cabe. Otras veces, en mis entrenamientos, he tenido que subir mucho más despacio tras llevar menos kilómetros. Pero esta vez no, esta vez noto que voy bien. Llego a Viapará, donde hay una zona de avituallamiento líquido, y en la que aprovecho para recargar energías. Y se inicia la parte final, de nuevo, y como en el Maravio, con una niebla que dificulta la visión de la carretera. Con 34x28 voy superando las primeras rampas, hasta que llego a Les Cabanes, zona del 22% y allí subo un piñón, al 32. Y sigo encontrándome bien. Parece que voy a subir sin muchas dificultades. Hasta que comienza a disiparse la niebla y hace aparición un cielo casi despejado y con él, un sol abrasador. Si ya la temperatura corporal es muy alta debido al esfuerzo, aún se agrava más la situación, con lo que paulatinamente voy perdiendo fuerzas. En cualquier otro lugar, lo pasas mal, pero cuando estás en el kilómetro 9 del Angliru, el que marca una pendiente media de más del 14%, el sufrimiento es inimaginable. Lo sencillo y cobarde es parar y dar la vuelta. Yo paré, sí, pero para beber. Y continué hacia arriba, consciente de que ya no iba a ser lo mismo. Y todavía quedaba la Cueña Les Cabres, y su terrorífica rampa del 23,6%. Giro a la izquierda y empiezo esa interminable recta como buenamente puedo. Apretando los dientes, tensando las piernas, voy ganando metros a ese otro “histórico” muro. Lo veo completamente, pero no puedo más. Me poso y cubro 150-200 metros a pie, jugándome más, si cabe, el tipo ya que las “calas” de los zapatos patinan en exceso. Vuelvo a subirme en la bicicleta cuando la Cueña da sus últimos coletazos, y para no bajarme más. Pero el puerto no se acaba todavía y aún quedan rampas brutales de más del 20%. Da igual, en ese momento, hay que echarle...valor, y a una velocidad bajísima supero metro a metro este “puñetero” puerto. Las fuerzas aparecen, pocas pero aparecen. Son las que te da cada persona que te anima, y como no, algunos compañeros del foro de APM que estaban en aquella curva, viendo como Montero79, que ha hecho muchas subidas con rampas brutales, quizá más que las que hay en el Angliru, se retuerce para impulsar su Bianchi hacia la cima.

Foto sacada por Elgolfor, ya en las últimas rampas del Angliru, cuando me cruce con los compañeros del foro APM.

El vídeo de una parte de la ascensión, grabado por Pieatierra.

Es lo que sucede cuando empiezas a subir el puerto más duro del mundo con casi 130 kilómetros y dos Primeras (para los profesionales). Y llego arriba con un tiempo de 7 horas y 23 minutos. Cojo agua, cojo comida y me tiro en el suelo: ¡qué mejor silla que el suelo del Angliru! Ya está superado, yo subí el Angliru por segunda vez, y, además, con el Maravio y el Tenebredo. ¿Alguien da más?

Este fue el recorrido de la Clásica, casi idéntico a como había puesto en el primer artículo "Preparando la Clásica Angliru 2009" y que poco tiene que ver con el dio la organización.

Cuando bajo del Angliru, con sufrimiento, con niebla y con temor, parando varias veces para que las llantas y los frenos no se recalienten en exceso, me dirijo otra vez a la zona donde había dejado el coche (a menos de un kilómetro de donde habíamos salido). Me poso finalmente de la bicicleta y miro el cuentakilómetros que dice: 7 horas 47 minutos 33 segundos para realizar 156,67 kilómetros de distancia; 20,0 km/h de velocidad media y una máxima de 63,0 km/h.

QUÉ OPINO DE LA CLÁSICA ANGLIRU 2009

En mi opinión, la del dorsal 80 de la Clásica Angliru 2009, la de Montero79, la de Marcelino, en fin, es que es una auténtica salvajada hacer una ruta como ésta. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: el colofón a la prueba es el puerto más duro del mundo, con lo que el recorrido anterior no puede ser de más de 100 kilómetros y con puertos que ya son durísimos para corredores profesionales. Maravio, por Yernes (con más de 20 kilómetros de ascensión a un 5% de pendiente media aproximadamente) y Tenebredo (3,5 kilómetros a casi un 10%) son ascensiones que prologaron al Angliru en la Vuelta del 2002. Como ya señalé en el artículo anterior de la Clásica, sólo faltaba el Cordal, lo que ya lo hubiera convertido en una total odisea. Si bien, el recorrido de este año ya lo ha sido (la odisea, digo). Cualquier compañero de ruta señalaba que los organizadores se habían pasado, que esto es demasiado, que es una completa salvajada, durísimo hasta límites insospechados. Un recorrido similar, pero con menos kilómetros (muchos menos), podría haber sido el compuesto por las ascensiones a Cruz de Linares y Tenebredo. Más que de sobra.

Y ahí estoy en pleno esfuerzo (con una sonrisa), subiendo el Tenebredo.

Por otra parte, no entiendo como en una ruta de este tipo, se puede salir a mil por hora. Sí, hacía mucho tiempo que no participaba en una marcha de este tipo, y parece que todo esto está a la orden del día, pero, si es una clásica cicloturista, por qué se hace como si se jugase la general de la Vuelta a España. Para eso ya están las carreras Ciclomaster y de otras categorías. Quien quiera competir, que se vaya a ellas. Lo peor de todo esto, es que acabas entrando en el juego, correr un poco más, a ver si dejo a este o aquel, olvidándonos de los objetivos principales: disfrutar del paisaje y ayudar a los compañeros (cosa de la que yo al menos puedo presumir).

En fin, ha sido la Quebrantahuesos asturiana, aunque con una participación mucho menor, lejos de las previsiones que hablaban de medio millar de inscripciones y de las que al día siguiente se hablan en los periódicos (de 300). Yo, en particular, hablaría de la mitad (en torno a 150), siendo optimista.