Hace unos meses presenté en este blog la vertiente asturiana del puerto de Vegarada, una de las ascensiones más duras que nos podemos encontrar en la Cordillera Cantábrica, aunque con el hándicap de tratarse de una pista de tierra en buena parte de su recorrido. No ocurre lo mismo con la cara leonesa, dotada de un perfecto asfalto (la han arreglado recientemente) que nos permite disfrutar de una subida diferente a la asturiana, pero con un encanto especial. Una pena que las administraciones regionales no se pongan de acuerdo y nos encontremos con casos similares (Cubilla o Farrapona, que son de asfalto por Asturias y de tierra por León, al contrario de este coloso).

El comienzo del puerto podríamos situarlo perfectamente en la localidad de Redipuertas, a unos 6 kilómetros de la cima, aunque la carretera ya tiene pendiente ascendente, muy leve, desde bastante más atrás. En este caso concreto comencé la medición en la localidad de Lugueros (pero ya desde la Vecilla la carretera va cogiendo altura). Poco nos hará apreciar que estamos ante un puerto de montaña. La carretera discurre entre amplias rectas y las pendientes son levísimas (en pocas ocasiones sobrepasan el 5%). Pero en cuanto llegamos a Redipuertas, tras algo más de cinco kilómetros, el asfalto cambia (a mejor) y parece que la ascensión empieza a ponerse seria. Sí, ahora sí, durante unos 3 kilómetros las rampas son respetables y la senda se muestra bellísima, con amplios zigzagueos. Los paisajes son magníficos y pronto nos evocan a esos colosos alpinos. Cuando estamos próximos a coronar Vegarada y la pendiente ha vuelto a recuperarse hasta situarse en torno al 5-6% encontramos una carretera que se desvía hacia la derecha y que asciende a Riopinos (está a unos 300 metros de la casa del puerto) y optamos por continuar nuestro camino por ahí en busca de más y más escalada. Aquí las ruedas ya no tan deslizan con la facilidad del tramo anterior puesto que hay bastante gravilla suelta y el asfalto es bastante más rugoso (la anchura de la carretera, sin embargo, continúa siendo muy amplia). Tras un prometedor inicio, con un kilómetro a casi un 5% de media, la pendiente decae por completo y durante casi 3 kilómetros transitamos por una zona de toboganes muy suaves. Ello nos permitirá disfrutar de un paisaje excepcional con vistas sobre el ascenso realizado. Las dificultades vuelven en el tramo final, cuando ya estamos casi metidos de lleno en el remonte de Riopinos, donde nos espera una fuerte rampa que alcanza el 12%.

La ascensión de Vegarada tal vez no destaque por su dureza en forma de fuertes rampas, pero si por un continuo desgaste producido por una pendiente positiva muy continua y el fuerte viento que suele soplar en la zona y que dificulta el pedaleo del ciclista. Conviene aprovisionarse bien de agua, pues la última fuente que encontraremos se localiza en Redipuertas, a unos 11 kilómetros de Riopinos.

En esta vertiente del puerto de Vegarada también se localiza la Ruta de los Puentes. Transcribo lo que podemos leer en un cartel situado a pocos metros de la cima del puerto:

“El lugar fue ruta histórica desde hace milenios, cuya altura fue domesticada por la célebre Calzada Romana de La Vegarada. Una impresionante sucesión de puentes romanos y medievales son aún testigos de las antiguas epopeyas, y han sido restaurados y dignificados…”

“Como ruta militar, de peregrinos, de pastores o de arrieros… el paso del puerto tuvo enorme importancia estratégica y logística. Se elevó aquí, en época medieval, un Hospital de Peregrinos, y más tarde un edificio de apoyo, gestionado por una Cofradía que atendía a los problemas de los caminantes. Los Caseros o Mesoneros se abligaban a tocar una campana cada media hora, para orientar los pasos, y –en caso de nieve- dos parejas de bueyes tenían como misión abrir la senda del Puerto.”

Y ahora unas imágenes de la ascensión:







La subida, en Google Maps: