Reyes de la Demanda


Todo comenzó un día de mayo de hace ocho años ya, cuando nos fuimos de Pradoluengo con la idea de volver pronto para rematar lo que aquel día no pudimos por las adversas condiciones meteorológicas. Fue, en concreto, el 9 de mayo de 2013 (crónica relatada aquí), cuando se cumplían los veinte años de la victoria de Tony Rominger en el alto de la Cruz de la Demanda (en su primera inclusión además) y volvimos cuando están a punto de conmemorarse los veinte años de su última entrada en los recorridos de la Vuelta a España: el 15 de septiembre de 2001 Chava Jiménez triunfó en las rampas del coloso riojano. Nos pierden los puertos y nos pierde la mitomanía, ¿qué se va a hacer?
El tiempo pasó, la Pandemia parece que va pasando y pudimos volver a rutear juntos, con algunos tras mucho tiempo (dos años sin ver a Carlos, desde el viaje a Pirineos de 2019). El plan era de dos días y yo me sumé al segundo de ellos. En el primero, ruta para acometer, sobre todo la ascensión a las Lagunas de Neila, el gran clásico de la Vuelta a Burgos, y para el segundo, los colosos de Ezcaray: Cruz de la Demanda y Valdezcaray, a lo que queríamos sumar Bonicaparra, además de las dos vertientes de Pradilla, puerto que ya me encantó aquella primera vez (en 2013) y que esta vez pudimos disfrutar aún más.
La ruta finalmente realizada fue ésta, con salida de Pradoluengo, ascensión a Pradilla por Burgos, la inmensa Cruz de la Demanda, Valdezcaray y vuelta por Pradilla por La Rioja, sumando 134 kilómetros y 2700 metros de desnivel.


Nos citamos en Pradoluengo y foto con cartel de la Sierra de la Demanda:


La primera ascensión del día será Pradilla, que por su vertiente burgalesa es más bien liviana, la más suave del día.




Y, claro, en un lugar tan emblemático había que evocar el emblemático posado de aquel día...



Nos lanzamos por la vertiente riojana y quedamos embelesados, porque esta cara de la Pradilla es realmente espectacular, un regalo cicloturista.





En Ezcaray realizamos la clásica parada al café (alguno algo más, como se ve en la imagen). Ezcaray, en esta época, presenta un aspecto muy distinto al de aquel mayo de 2013, con muchísima gente por las calles (verano, amigo, verano)




Y nos encaminamos hacia la colosal Cruz de la Demanda, ascensión que no está indicada por ningún lado. Todo un símbolo de aquellas Vueltas de los 90, subida preciosa, colosal, escénica, y tan desaprovechada por las administraciones. Aquí ganó un tal Tony Rominger, un tal Alex Zülle y un tal Chava Jiménez, por si algún lumbreras en el Ayuntamiento o Diputación de turno se le ocurre citar, señalizar, indicar, tan grandiosa ascensión. Pero nosotros a lo nuestro, que es deleitarnos, esta vez sí, con cada curva, con cada rampa, con cada giro, con cada recta.




Veinticinco kilómetros, veinticinco desde Ezcaray, con un largo tramo de aproximación y una parte final dura, no extrema, pero de ese estilo que acaba pasando factura, más con el calor con que subimos.




Y la foto de rigor en la cima







Y ahora relato una de las situaciones más absurdas que recuerdo... Tras bajar de la Cruz de la Demanda, y para no descender a Ezcaray, buscamos un bar donde comer, cosa complicada. Pero a unos 6-7 kilómetros de Ezcaray encontramos un Restaurante-Asador con una carta que indica bocadillos. Todavía no son ni las 3 de la tarde, pero ya no hacen. Si queremos otra cosa...pero, eso sí, mesas llenas. Seguimos camino y bajamos a Ezcaray, porque sigue sin haber nada (en 25 kms). Paramos en un mesón, mesas llenas, gente, y entramos para pillar unos bocatas (por cierto, a precio de oro, que esa es otra). Cocina cerrada nos dicen, si apañamos con pinchos, y reitero, son las 3 de la tarde. Buscamos supermercado (con una amable dependienta), merendero (con amables conciudadanos vascos que nos prestan mesa y nos ofrecen hasta tomates, cubiertos, pan...). Todavia creo que en la Humanidad, pero en la hostelería (lógicamente, parte de ella), difícil. Por cierto, gora Euskadi, amantes del ciclismo.
Los bocatas que nos preparamos, de lo mejor de los últimos tiempos, algo que tendremos que empezar a variar en nuestro cicloturismo...




Y nos vamos a por el tercero del día, Valdezcaray, pero con unos kilómetros de propina (un añadido de 5-6 kilómetros, con el consiguiente gasto de tiempo), a lo que se suma la búsqueda poco productiva de bares para comer...



Pero cuando llevamos unos cinco kilómetros, el calor y el cansancio del día anterior hacen mella definitivamente sobre Carlos, Fran y Estrada, quienes optan por darse la vuelta. Mientras, sigo con Luis hacia Valdezcaray, que va suavizándose cada vez más...




Quedamos deleitados con la subida, agradable, sin rampones, de esas "pedaleables", y paisaje enorme. Me gustó, y mucho...





Y cae este otro rey de la sierra de la Demanda, el clásico Valdezcaray, un histórico de la Vuelta, con aquellas cronoescaladas  de los 80 y 90.




Y ya para culminar, la vertiente riojana de Pradilla, todo un regalo para la vista y que subimos a buen ritmo, con viento de espalda y mejor temperatura aún que en los anteriores. Será el cuarto nada menos




Tras reunirnos de nuevo en Pradoluengo, unas cervezas para celebrar nuestro reencuentro rutero y empezar a planear la siguiente.
¡¡Viva el cicloturismo y, por supuesto, viva mi grupeta!!

La ruta, en Strava: