Borrachera en Gredos 2020

Un día de octubre del año pasado rodaba tranquilamente por el carril bici de San Martín de la Vega con idea de hacer 70-80 kilómetros cuando observé que tenía a rueda a un cicloturista, ya cuando estábamos a punto de coronar la Marañosa. Nos ponemos a hablar, a contar el plan para ese día, y a partir de ese momento establecimos una  "pequeña sociedad" dedicada a hacer rutas y puertos.   Le empecé a hablar de las kedadas y, sobre todo, de la Borrachera de Puertos, que pretendíamos afrontar a principios de mayo. Comenzamos el año con una preciosa ruta en la sierra de Gredos, con frío, pero con unos paisajes que se quedaron grabados en la retina de mi socio. ¡Otro enamorado de Gredos!
Durante los primeros meses del invierno fuimos metiendo kilómetros, puertos y rutas a ritmo de cafés. El invierno en Las Vegas es más bien benevolente para los cicloturistas y puedes meter tus kilómetros, tus desniveles y tus cuestas. Todo sirve...
Hasta que en marzo la Pandemia y la cuarentena nos paró en seco, nos metió en casa y tardamos unos meses en volver a vernos y en compartir cafés con charletas y pedales. Teníamos claro que de nada sirve lamentarse y que esto no es más que ocio, por lo que poco a poco "nos pusimos manos a la obra" o, mejor dicho, "patas a los pedales".
Retomamos nuestras salidas, nuestras rutas, sin estresarnos en exceso, a sabiendas de que el cuerpo necesita un tiempo de aclimatación a esfuerzos. Y, así, durante el mes de julio, nuestras rutas han ido aumentando "en intensidad": no, no penséis que íbamos a hacer 100 kilómetros a 40 de media. No. Con intensidad me refiero al desnivel... 2000, 2500, 3000 metros. Los números de una Borrachera clásica se aproximaban, así que hace unos días optamos por planear una "Borrachera en Gredos". Bueno, planear...más bien, improvisar. Hace tan solo unos pocos días habíamos bajado Mijares por su cara sur y el bueno de Chambat (mi socio) se había quedado maravillado y con ganas de ascenderlo. Y yo que soy muy dado a dibujar y dibujar perfiles "no tuve más remedio" que hacer uno incluyendo Mijares...y varios puertos más, culminando en la Presa de Piedralaves, cima en la que remataba otra de esas múltiples rutas que suelo tener en agenda.
Con Mijares de salida, un puerto imponente con más de 1100 metros de desnivel, y seguido de Serranillos, la propuesta era, para cualquier cicloturista al que le guste subir, irrechazable. Encadené y encadené, sin llano apenas, seis ascensiones en un perfil digno de nuestra querida Borrachera de Puertos:




El recorrido, en Relive

Tratamos de concretar una pronta hora de salida, pero los horarios laborales, el sueño, el tráfico y un sinfín de cosas que no vienen a cuento, nos hizo comenzar ya en torno a las 9 y media de la mañana...y calentaba lo suyo. Unos primeros 14 kilómetros muy favorables hasta el desvío a Mijares por la vertiente de la Pinosa fue lo más suave del día, porque a partir de ahí no habría tregua: 155 kilómetros de puertos, bajadas reviradas y calor, mucho calor, que llegó a extenuarnos como nunca desde que compartíamos pedaladas.



Comenzamos con la cara sur de Mijares, más de veinte kilómetros de ascenso, sin rampones (la máxima, en torno al 9%), con paisajes para deleitarse, una de esas joyas peninsulares que todo cicloturista puede disfrutar al mismo estilo de Cubilla, por ejemplo. Comenzamos a buen ritmo, sin apuros, y coronando en algo menos de hora y media (tiembla Bernal).



Desde la cima del puerto de Mijares




Pero el descenso de Mijares no lo hacemos al completo por la vertiente "oficial", sino por un camino rural que hace 8 años habia pasado con el Golfo (aunque, en aquella ocasión, en subida). La carretera no se había deteriorado tanto como pensaba y conseguimos recortar kilómetros, llano e iniciar, ya de golpe, el segundo del día: Serranillos.




Serranillos por el norte, le comento a Chambat, no se parece en nada a la cara sur. Irregular, con dos tramos de subida y una bajada y llano intercalados entre ambos, mi compañero disfruta igualmente del espectáculo. Carretera tranquila, grandes montañas y unas antenas a nuestra izquierda que nos observan. Son las del alto de la Mesa, una subida tremenda, sí, pero que tendrá que quedar para otro día...




Atravesamos el pueblo de Serranillos, que da paso al segundo tramo de ascensión al puerto, mucho más espectacular y bello, muy abierto, y con esos porcentajes sostenidos al 5-6% que otras veces vencemos sin problema, pero que esta vez van minando y minando fuerzas.






Alcanzamos la cima del segundo del día, Serranillos, y el desnivel ya está por encima de los 1800 metros. Dos joyas sublimes de la sierra de Gredos que dan un prestigio especial a nuestra ruta.


Desde la cima del puerto de Serranillos



Al otro lado, esa vertiente sur de Serranillos, para mí, como le comento a Chambat, el rey de Gredos, un puerto colosal, larguísimo e histórico donde tres ciclistas escribieron tres de las más bellas páginas que se recuerdan en la Vuelta: Hinault, Fignon y Jalabert.




¡¡¡Siempre Chava!!!




Más de quince kilómetros más abajo se encuentra San Esteban del Valle donde tomamos la carretera del alto del Sidrillo. Ni llano, ni nada por el estilo, ese dolor de piernas indescriptible al pasar de una bajada a una subida sin tregua. Sidrillo, una preciosa ascensión, con buen asfalto, bien puede utilizarse como vertiente del Pico, pero en esta ocasión optamos por coronar sólo Sidrillo, haciendo la ruta lo más circular posible.




Una auténtica joya de puerto que ahora, además, está bien señalizado, con carteles por kilómetro gracias al fenomenal trabajo del "Centro BTT Bajo Tiétar"



Tercer puerto del día, ya por encima de los 2200 metros de desnivel, y otra foto más, ahora en este novedoso cartel.





La comida será en Cuevas del Valle, en mitad de la bajada, intentando digerirla antes del siguiente del día.  Son ya las tres de la tarde y el calor empieza a notarse bastante...




Llegará el turno de Pedro Bernardo desde Mombeltrán, otro largo puerto, sin rampones, pero de esos que siguen minando fuerzas. Vistas colosales desde el inicio, nos recreamos con las fotos a lo largo de la ascensión...y no es para menos. Pedro Bernardo nos lleva el desnivel ya cerca de los 3000 metros cuando aún faltan otras dos ascensiones.


Desde la cima del puerto de Pedro Bernardo



Con temperaturas que rondan los 40 grados, afrontamos la bajada de Pedro Bernardo, la larga bajada de Pedro Bernardo, que deshidrata como nunca. Aire seco, calor agobiante y sed, mucha sed...



El quinto del día se explica para quitar llano en la travesía desde el final de la bajada del puerto de Pedro Bernardo hasta Piedralaves. Y ahí encajamos la subida al pueblo de Mijares, aprovechando dos de los tres caminos que hay. Si ya al principio habíamos ascendido por la vertiente de la Pinosa, ahora subimos por Gavilanes y descendemos por Casavieja, en un puerto que sobrepasa los 300 metros de desnivel y que cuenta con duras rampas (ya al 10%).
Tras coronar, parada en el pueblo para repostar, para pillar más bebida y comida. Queda tan solo una subida, pero su dureza final y el desgaste provocado por el calor y por la propia ruta, me hacen desconfiar...y digo me hacen desconfiar porque el socio, Chambat, está más que entero todavía. Tanto decirme que prefería el frío y aguanta temperaturas de 40 grados con solvencia...





Y con una "tostada mítica" que se ha ido agrandando a medida que pasaban los kilómetros, y magnificada en la penúltima subida, la de Mijares (pueblo), alcanzamos Piedralaves (hay una respetable ascensión que, si no tuviéramos una avería en la cabeza del tamaño de un asteroide, nos haría quedarnos en una terraza degustando una cervecita mientras comentamos la ruta y los puertos del día). ¿Hay alguna cosa más jodida que pasar casi por delante del coche y seguir para arriba en busca de rampas de más del 20% cuando llevas una tostada del calibre mencionado?
En Piedralaves hay bastante gente, y más aún a la altura de la Charca de la Nieta, a dos kilómetros de la cima, allá donde la ascensión se vuelve...muy jodida. Chambat se va por delante y yo subo penando a 5 y 6 km/h, dando gracias a ese piñón de 32 dientes que llevo y sacando fuerzas ya de donde no había. Como en aquella lejana ruta de hace seis años que decidí rematar también aquí, con cuatro puertos y un desnivel muy parecido, la presa de Piedralaves parece cada vez más arriba, hasta que llegas a las dos curvas de herradura finales y ves a Chambat a lo lejos, esperando, con una cara de felicidad inmensa. Un colofón perfecto para nuestra ruta del año, mejor digamos de momento.



Desde la cima de la presa de Piedralaves




Un beso a tod@s l@s que habeis llegado hasta aquí. Ya tenía ganas de una Borrachera de Puertos en este extraño 2020.