¿Qué hace un diesel como yo en una carrera como ésta?


Nadie podía imaginar que  allá por el mes de mayo de 1998 iba a alejarme de la competición la friolera de 27 años tras unos excelentes resultados en la categoría sub-23. Acababa de firmar por el conjunto Club Ciclista Valle del Nalón, cuyos dirigentes habían pagado por mí cifras astronómicas para la época. Como en el caso del futbolista brasileño Neymar, aún hoy, en 2025, nadie sabe a ciencia cierta lo que los mandatarios de la cuenca del Nalón fueron capaces de pagar.
Aquí a la izquierda tenéis la única imagen que aún se conserva de la mítica contrarreloj con la que se abría la Vuelta a la Montaña Central de 1998, y en la que hice un destacadísimo puesto 98, y todo a pesar de no dormir apenas la noche anterior, de estudiar, de tener catarro, de contraer numerosos virus, de no tocar la bici en los días anteriores, de jugar a fútbol durante 5 días consecutivos, de echar novia, de no salir de las pastelerías de la Pola en la semana anterior y de cuantas excusas a usted se le pasen por la imaginación en estos mismos momentos.
Lo cierto es que aquella Vuelta a la Montaña Central de 1998 se decía que era la sucesora de la Vuelta a los Valles Mineros, y, claro, yo me esperaba la misma cantidad de puertos y los mismos rivales:


*Hemeroteca El Comercio
Me esperaba al mismísimo "Pogacar de la época" que para eso ya estaba por allí su mismísimo director...

Pero allí no había la montaña que yo imaginaba y las etapas pasaban y yo no finalizaba ni tan siquiera.


*Hemeroteca El Comercio
¿Dónde estaban los catorce puertos y 6000 metros de desnivel que se me habían prometido?


*Hemeroteca El Comercio
Y éste es el perfil de la última etapa, unipuerto. Así no había manera, con lo que aquel 31 de mayo de 1998 aparqué la bici y me dediqué a otros menesteres.

Pero "las malas lenguas" indican que no fueron esas las razones por las que tuve un retiro de 27 años de la competición, sino otras. Casualmente dicen que me retiré antes de esto:
 


Aquel Tour me favorecía, estaba la etapa de Deux Alpes y la historia a lo mejor hubiera sido de otra manera.



Pero opté por ir a Perlora de vacaciones...


Veintisiete años después, cuando ya creía que renegaría por los siglos de los siglos de la competición, un día cualquiera de  julio de este año pensé que sería buena idea participar en la Subida al Angliru. Eran 13 kilómetros todo cuesta arriba (como a mí me gusta), así que me inscribí y el 28 de septiembre me planté con un par de horas de sueño (cuestiones laborales, lo primero es lo primero), pero con muchas ganas de afrontarlo. Eso sí, convencido de ser todo "un diesel", un ciclista, un globero con una absoluta falta de explosividad y, durante mucho tiempo, de la competitividad necesaria para este tipo de carreras. ¿Y qué?




Y en la salida me encuentro a Iker, a varios "bicitecos" y a un montón de ciclistas a los que tampoco asusta el Angliru. Antes han salido los "andarines", luego lo harán "los runners" y después "los rollersky" (que creo que se escribe así). Y allí me quedo enamorado del evento: es subir, es mi casa (bendita sierra del Aramo), es mi deporte favorito e, incluso acompaña la meteorología.




En plena Cueña Les Cabres, haciendo eso que tanto me gusta. Bendito sufrimiento para el diesel.



En los últimos metros hay niebla y ya sólo voy pensando en aquella primera etapa del Angliru de 1999, aquella de Chava y Tonkov, donde apenas se les veía. Yo tampoco veía apenas al resto, a los que subían corriendo y en bici, casi ni la línea de meta, pero aquí estaba ya para concluir en el puesto 41.


Desciendo poco después entre la marabunta que asciende hasta las nubes. Como digo, fascinado por este evento.








¿Qué hace un diesel como yo en una carrera como ésta?
Disfrutar de una subida en bicicleta, ya descuento los días para volver, para la subida de 2026...
LA ACTIVIDAD EN STRAVA