Aprendiendo a perder

Antes de nada conviene agradecer  a los responsables de Teledeporte por su apuesta por el ciclismo de antaño, por esa inmensa recopilación de etapas que muchos de nosotros no veíamos desde que se disputaron.
Maillots amari
llos, victorias, exhibiciones, escapadas, etapas clave para la victoria final, todas con el denominador común de exhibir la victoria, la victoria deportiva. Desde Indurain a Perico, o Contador, o Sastre, o Cubino, o Chozas,... En las últimas semanas, las de este confinamiento por la Pandemia que está sufriendo la humanidad, Teledeporte, ante la ausencia de las competiciones,  ha decidido "tirar de hemeroteca" y rescatar grandes eventos, grandes partidos, grandes carreras, donde ha habido un claro protagonismo del deportista patrio, significando, además, la victoria. En lo que a ciclismo se refiere, momentos muy concretos: "la etapa que Perico ganó en Lagos", "el Mundial que ganó Olano", "el primer maillot amarillo de Perico en el Tour", "las etapas de montaña con las que Indurain ganó su tercer Tour", "la victoria de Contador en Fuente Dé". Victorias, logros, primeros puestos, como si en el deporte no hubiera otra cosa, como si lo único que valiera en el deporte fuera eso, como si lo único que debiera transmitir una televisión pública es únicamente la victoria, como si lo único que debiera quedarse todo aquel aspirante a deportista fuera la victoria: del resto no puedes aprender absolutamente NADA.
Recuerdo que en el mes de julio de 1996 yo era uno más de los millones de seguidores de Indurain que deseaba su victoria en el Tour de Francia, la que hubiera sido su sexta victoria en la carrera ciclista más imp
ortante. Pero llegó el 6 de julio de 1996, llegó Les Arcs y empezamos a darnos cuenta de que Indurain era humano, que podía perder, que podía perder en el Tour, que no era imbatible,... Escuchaba, leía en aquellos días de julio que eso le había hecho aún más cercano, más próximo, que no era alguien programado para ganar sin inmutarse. Unos días más tarde, en un col de Larrau infernal, verle impotente mientras los favoritos se iban por delante, fue uno de los más duros para cualquier seguidor suyo. Indurain, que había volado en Luxemburgo, que había arrasado en la Plagne, que había descendido como nunca nadie jamás descendió el Tourmalet, no podía con un puerto suyo, con Larrau, en el día que el Tour le hacía homenaje llegando a Pamplona. En la derrota fue igualmente grande: los rivales, la carretera, te derrota, no hay que buscar excusas. Hay que reconocer los méritos de los contrincantes.

Perico Delgado, quien venía de hacer un Tour magistral en 1988, estaba en última posición tras los dos primeros días de competición en el Tour de 1989, pero lejos de venirse abajo demostró una valentía que le valió para ganarse aún a más aficionados. Perico no ganó el Tour de 1989, no, pero tampoco se vino abajo, luchó con todas sus fuerzas hasta que no había más etapas. Lemond ganó aquel Tour a Fignon por tan solo 8 segundos, pero, ¿alguien le podía recriminar algo a Perico de haberse dejado ir por su fallo en el prólogo de Luxemburgo?
No estoy pidiendo un catálogo de etapas donde estos dos corredores (u otros) "pierdan" minutadas, sino
todos esos momentos que también fueron muy significativos y que no coinciden con victorias, sino con otro tipo de situaciones también importantes en el deporte y que bien pueden servir de aprendizaje para cualquier deportista, y no sólo de los más jóvenes.




FOTOS: Programación Teledeporte (8-abril-2020); portada Mundo Deportivo (7-julio-1996); reportaje Tour 1989