39x28 ALTIMETRÍAS
Tour en el Occidente Astur
Todo
el mundo va a los Pirineos. Toda la gente con la que hablo me comenta
maravillas de Tourmalet, de Aubisque, de Hautacam, de Bonaigua, de
Mente, de Superbagneres,... El tiempo pasa y no sé si algún día me
tocará paladear con tranquilidad esos puertos, no como hace
unos años, en los que me tomé un "aperitivo". Es todo cuestión de
planificarse y pedalear en esos puertos que atraviesa el Tour casi
todos los años, pero mis planes, sin embargo, siempre acaban girando
hacia el occidente asturiano, esa mina de ascensiones, casi todas
inéditas, y de las que mis colegas de grupeta astur me hablan en
ocasiones. Por eso, en esta ocasión, otra vez en octubre, planifiqué un
par de rutas por la zona, si bien una de ellas hubo que recortarla por
las condiciones meteorológicas.
Pero el jueves 9 de octubre sí pude paladear al máximo esa zona. Mi compañero de ruta, en esta ocasión, alguien con quien nunca había coincidido encima de la bicicleta, Miguel Ángel, que venía de ascender puertos en Italia, Francia, Austria,... Un montón de CIMAS en el zurrón, un buen saco de experiencias en la bicicleta y unas ganas tremendas de conocer este terreno, a pesar de que lo planificado iba en otro sentido... Pero los planes en Asturias siempre pueden cambiar en cuestión de horas: el tiempo es así.
Marco una ruta con un puerto de salida que había visto en muchas fotos de rutas de Javiavilés, Santa Ana. En el kilómetro 6, nada menos... Luego llegaría el turno del Palo, la extraordinaria ascensión que el año pasado atravesé por la vertiente opuesta, el Pozo por Valledor (que tenía muchas ganas de conocer, las cuales se habían incrementado cuando José Luís, que tuvo la gentileza de invitarme a una charla de ciclismo allá por el mes de mayo, me habló maravillas de la zona) y remate en el Santuario del Acebo, por la vertiente clásica e histórica, esa en la que Indurain, Escartín o Ugrumov han escrito páginas de oro. Un perfil de Tour para una ruta de puro Tour: 3200 metros en 121 kilómetros.
Comenzamos
tarde, puesto que tuve que solucionar unos problemas antes de arrancar.
Son las 11, y aunque parece que hay tiempo suficiente, sé que una ruta
de este tipo se mide por los metros de desnivel, y no tanto por el
kilometraje (sí, cualquier "pro" la ventila en menos de 4 horas, pero
ser cicloturista conlleva cumplir con ciertas obligaciones: hacer
fotos, parar a comer, a pillar agua, respirar, contemplar,... Ye lo que
hay. Como suelo decir, correr es de cobardes, menos cuando la noche se
echa encima).
Primeras pedaladas y primeras rampas del día. Mi costumbre de poner un puerto ya de salida vuelve a hacerse realidad: esto me pasa por contagiarme desde pequeño de relatos de Ocaña y la etapa de Orcieres Merlette, con el primer puerto en el kilómetro 12 (Laffrey).
La bajada es un espectáculo y parece que hay incluso más pendiente que por donde hemos ascendido. Una carretera encerrada en el bosque que nos conduce a un cruce, a Linares, para tomar más adelante la de Pola de Allande. Pero algo raro ocurre, y yo que no controlo muy bien esta zona, le comento a Miguel que posiblemente me haya equivocado de cruce. La carretera se vuelve bastante empinada y aparece un puerto con sus rampas al 7, al 8, al 9,... al ¡10%! Algo más de dos kilómetros de "repecho" (no puntuable, faltaría más), una bajada más que inclinada (rampas del 16-17%) y al fin llegamos a la carretera que nos llevará a Pola de Allande. Vamos por el buen camino.
En Pola de Allande arrancan a la vez el Palo y la Marta, bifurcándose la carretera en torno al kilómetro 5-6. Hacia la Marta, cuya altimetría podéis ver en la web, abundan pendientes duras. Sin embargo el Palo parece más largo y con menos dureza. Eso sí, la espectacularidad es compartida, como podéis ver en las fotografías. Le comento a Miguel que este puerto, extraordinario, con varias vertientes (por la opuesta se puede ascender de varias maneras: desde Pontenova, embalse de Grandas, Valledor, compartiendo la parte final, eso sí). está incomprensiblemente ignorado por el reto CIMA, el juego de los puertos de montaña. Si una ascensión como ésta no es representativa de la Asturias ciclista y cicloturista, y sí lo es Taranes o Siero, que venga dios y lo vea. Tras pasarlo, su opinión ha variado ostensiblemente...
En la bajada empezamos a preocuparnos por el tiempo. Está nublando en exceso y hemos pasado de un día radiante de sol a la amenaza de lluvia. Son kilómetros complicados porque hay falsos llanos en los que buscamos el cruce hacia San Salvador de Valledor, en Berducedo. La bajada, desde ahí, es muy suave, muy leve, por un asfalto impecable. Una gozada de paisajes que nos sumerge en el valle del Valledor, un lujo para el cicloturista, un terreno altamente recomendable. José Luís tenía razón, sin duda. Espero que la próxima vez pueda pedalear con él por aquí. En esta ocasión la acumulación de rutas en tan pocos días me ha impedido pararme un poco a hablar con unos y con otros para poder compartir pedaladas con más gente.
Pero
la tranquilidad del asfalto impecable, de la suave bajada, cambia
súbitamente cuando encontramos un cartel que nos indica al Pozo de las
Mujeres Muertas por una carretera mucho más estrecha, en peor
estado...y con más pendiente. ¿Pasarías un pelotón de la Vuelta a
España o de la Vuelta a Asturias? Son otros los que mandan, pero si de
mí dependiera, sin duda. El Giro 2015 volverá al Finestre, por cierto...
Volvamos a la ruta, en la que Miguel sigue boquiabierto. Una arrancada del Pozo increible, con un par de kilómetros durísimos que coronan un primer altillo; luego otro tramo duro hasta San Salvador y a partir de aquí la carretera que mejora. Vamos como "motos" y el Pozo no me parece tanto... Pero entonces se hizo la noche, o casi. Comienza a llover, cada vez con más fuerza, la pendiente aumenta, la niebla que casi no nos deja ver la carretera. Uno de esos momentos en que desearías en que el tiempo se detuviera. Todas aquellas fuerzas que se esfumaron un mes antes en Fonte da Cova, a más de 35º, volvieron de forma súbita aquí, en un día frío en la cima. Conclusión: soy feliz entre el orbayu, la niebla, la montaña, el frío.
¿Qué
decir del Pozo? Que es un puerto sublime, que esta vertiente de
Valledor me encantó, que auna dureza y belleza. ¿Qué decir de Miguel?
Mi homenaje en las fotos, sufriendo, tras meterse 800 kilómetros de
viaje el día anterior, madrugar y venir a disfrutar conmigo de esta
ruta Tour por el occidente astur.
Conocía
el terreno hasta La Regla de Perandones. 4 kilómetros de bajada muy
empinada (con muchas similitudes con San Lorenzo) y luego terreno de
toboganes. Veía necesario llegar hasta el cruce, puesto que está a poca
distancia de Cangas del Narcea. Un buen avituallamiento en el pueblo
nos dejaría en óptimas condiciones para afrontar la subida definitiva,
como así hicimos.
La
ascensión al Santuario del Acebo es la guinda a una ruta
extraordinaria, para la época en la que estamos. Le comento a Miguel
que si hubiéramos dispuesto de más horas, habría incluído el Connio
(bajando el Pozo hacia Ibias), y la ruta se habría ido por encima de
los 4000 metros, con 5 puertos, pero eso será en otra ocasión.
El Acebo es sublime, con un asfalto impecable, con el día diluyéndose, al contrario que la fuerza en mis piernas. Ya hacía 3 años que no pasaba por aquí. En aquella ocasión, tras subir Pozo y Connio, en una buena jornada del mes de marzo. Miguel trae altimetría de la subida, pero por la vertiente de Villarino. Lo siento, le digo, para ser tu primera vez hay que ascender por la vertiente histórica. Y disfruta, vaya si disfruta. Algunos descansos, sobre todo, que se agradecen porque la paliza, el tiempo, los puertos, se notan a estas alturas...
Pero el jueves 9 de octubre sí pude paladear al máximo esa zona. Mi compañero de ruta, en esta ocasión, alguien con quien nunca había coincidido encima de la bicicleta, Miguel Ángel, que venía de ascender puertos en Italia, Francia, Austria,... Un montón de CIMAS en el zurrón, un buen saco de experiencias en la bicicleta y unas ganas tremendas de conocer este terreno, a pesar de que lo planificado iba en otro sentido... Pero los planes en Asturias siempre pueden cambiar en cuestión de horas: el tiempo es así.
Marco una ruta con un puerto de salida que había visto en muchas fotos de rutas de Javiavilés, Santa Ana. En el kilómetro 6, nada menos... Luego llegaría el turno del Palo, la extraordinaria ascensión que el año pasado atravesé por la vertiente opuesta, el Pozo por Valledor (que tenía muchas ganas de conocer, las cuales se habían incrementado cuando José Luís, que tuvo la gentileza de invitarme a una charla de ciclismo allá por el mes de mayo, me habló maravillas de la zona) y remate en el Santuario del Acebo, por la vertiente clásica e histórica, esa en la que Indurain, Escartín o Ugrumov han escrito páginas de oro. Un perfil de Tour para una ruta de puro Tour: 3200 metros en 121 kilómetros.
Primeras pedaladas y primeras rampas del día. Mi costumbre de poner un puerto ya de salida vuelve a hacerse realidad: esto me pasa por contagiarme desde pequeño de relatos de Ocaña y la etapa de Orcieres Merlette, con el primer puerto en el kilómetro 12 (Laffrey).
La bajada es un espectáculo y parece que hay incluso más pendiente que por donde hemos ascendido. Una carretera encerrada en el bosque que nos conduce a un cruce, a Linares, para tomar más adelante la de Pola de Allande. Pero algo raro ocurre, y yo que no controlo muy bien esta zona, le comento a Miguel que posiblemente me haya equivocado de cruce. La carretera se vuelve bastante empinada y aparece un puerto con sus rampas al 7, al 8, al 9,... al ¡10%! Algo más de dos kilómetros de "repecho" (no puntuable, faltaría más), una bajada más que inclinada (rampas del 16-17%) y al fin llegamos a la carretera que nos llevará a Pola de Allande. Vamos por el buen camino.
En Pola de Allande arrancan a la vez el Palo y la Marta, bifurcándose la carretera en torno al kilómetro 5-6. Hacia la Marta, cuya altimetría podéis ver en la web, abundan pendientes duras. Sin embargo el Palo parece más largo y con menos dureza. Eso sí, la espectacularidad es compartida, como podéis ver en las fotografías. Le comento a Miguel que este puerto, extraordinario, con varias vertientes (por la opuesta se puede ascender de varias maneras: desde Pontenova, embalse de Grandas, Valledor, compartiendo la parte final, eso sí). está incomprensiblemente ignorado por el reto CIMA, el juego de los puertos de montaña. Si una ascensión como ésta no es representativa de la Asturias ciclista y cicloturista, y sí lo es Taranes o Siero, que venga dios y lo vea. Tras pasarlo, su opinión ha variado ostensiblemente...
En la bajada empezamos a preocuparnos por el tiempo. Está nublando en exceso y hemos pasado de un día radiante de sol a la amenaza de lluvia. Son kilómetros complicados porque hay falsos llanos en los que buscamos el cruce hacia San Salvador de Valledor, en Berducedo. La bajada, desde ahí, es muy suave, muy leve, por un asfalto impecable. Una gozada de paisajes que nos sumerge en el valle del Valledor, un lujo para el cicloturista, un terreno altamente recomendable. José Luís tenía razón, sin duda. Espero que la próxima vez pueda pedalear con él por aquí. En esta ocasión la acumulación de rutas en tan pocos días me ha impedido pararme un poco a hablar con unos y con otros para poder compartir pedaladas con más gente.
Volvamos a la ruta, en la que Miguel sigue boquiabierto. Una arrancada del Pozo increible, con un par de kilómetros durísimos que coronan un primer altillo; luego otro tramo duro hasta San Salvador y a partir de aquí la carretera que mejora. Vamos como "motos" y el Pozo no me parece tanto... Pero entonces se hizo la noche, o casi. Comienza a llover, cada vez con más fuerza, la pendiente aumenta, la niebla que casi no nos deja ver la carretera. Uno de esos momentos en que desearías en que el tiempo se detuviera. Todas aquellas fuerzas que se esfumaron un mes antes en Fonte da Cova, a más de 35º, volvieron de forma súbita aquí, en un día frío en la cima. Conclusión: soy feliz entre el orbayu, la niebla, la montaña, el frío.
El Acebo es sublime, con un asfalto impecable, con el día diluyéndose, al contrario que la fuerza en mis piernas. Ya hacía 3 años que no pasaba por aquí. En aquella ocasión, tras subir Pozo y Connio, en una buena jornada del mes de marzo. Miguel trae altimetría de la subida, pero por la vertiente de Villarino. Lo siento, le digo, para ser tu primera vez hay que ascender por la vertiente histórica. Y disfruta, vaya si disfruta. Algunos descansos, sobre todo, que se agradecen porque la paliza, el tiempo, los puertos, se notan a estas alturas...
Un colofón extraordinario a una gran ruta. Tan solo 121 kilómetros de ruta, con 4 puertos y finalizar aquí arriba.