Gran fondo en el Tour
 



Es significativo que en los últimos años se han reducido el número de etapas de gran fondo en el Tour de Francia. No me refiero a aquellas con un perfil plano o "tipo clásica", sino de las de alta montaña, esas jornadas largas, con grandes puertos y que, para establecer una cantidad de kilómetros de referencia, solían pasar de los 200.
Priman más ahora las etapas explosivas, de corto kilometraje y acumulan en poca distancia mucho desnivel. Es la moda de la última época, como bien habéis podido comprobar en la Vuelta a España, perteneciente a la misma empresa que el Tour.
No es ninguna manía puesto que a lo largo de la historia de la carrera francesa los fondistas han tenido su oportunidad para lucirse en jornadas como éstas:




















Sin embargo en los últimos tiempos la organización del Tour de Francia rara vez nos ofrece una etapa de montaña con más de 200  kms. Abundan, por contra, las jornadas más explosivas, con kilometrajes nimios (como en los pasados Tours de 2014 o 2015, y también, de alguna manera, en 2016). Ejemplos de grandes etapas de montaña, en esta década:




La entrada, en la dirección del Tour, en el año 2007, de Christian Prudhomme ha sido definitiva. De unos años iniciales con los postulados de Leblanc aún (2007 sobre todo), hemos pasado a una reducción "a la mínima expresión" de la crono y de etapas de montaña, en muchos casos, indignas de la historia del Tour.

Los argumentos esgrimidos por los defensores de "esta filosofía" son el aburrimiento de las jornadas largas (los favoritos no atacan hasta el final y se desperdician muchos puertos), en tanto que las cortas son más espectaculares. Pero los hechos, en la mayor parte de las ocasiones, se empeñan en demostrar lo contrario:






FUENTE:  El Mundo Deportivo, El Mundo, web de Le Tour