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El "círculo de las Bermudas"
El "Triángulo de las Bermudas" es esa famosa zona del océano Atlántico en donde se mezclan las leyendas con los sucesos cuasi inexplicables. Entre las sierras de Guadarrama, Ayllón y el Rincón, un círculo en donde hay carreteras que "se pierden", "Murallas chinas", "Maldiciones", "Bajadas que suben", todo ello aliñado por bosques, profundos y escarpados valles, hormigón, pizarra, asfalto, la mezcla de las vías antiguas con las más modernas. A todo ello le añadimos, el 8 de junio, un calor intenso, insoportable por momentos, en una de las zonas más despobladas de la península.
Partimos de la localidad de Aoslos, al norte de Buitrago de Lozoya, en torno a las diez de la mañana, para ascender ya desde el kilómetro 0. Era así la ruta, empezando en subida y acabando...en subida. Buscábamos la Acebeda, para irnos, después, a por el puerto de Somosierra. Una carretera, al principio, en buen estado, que, a la salida de la localidad, empeora notablemente. Se suceden los rampones, sobre todo, ya en las estribaciones de Robregordo...
En Montejo de la Sierra reponemos fuerzas para el último día: Campadales. El calor es bastante agobiante...
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El "Triángulo de las Bermudas" es esa famosa zona del océano Atlántico en donde se mezclan las leyendas con los sucesos cuasi inexplicables. Entre las sierras de Guadarrama, Ayllón y el Rincón, un círculo en donde hay carreteras que "se pierden", "Murallas chinas", "Maldiciones", "Bajadas que suben", todo ello aliñado por bosques, profundos y escarpados valles, hormigón, pizarra, asfalto, la mezcla de las vías antiguas con las más modernas. A todo ello le añadimos, el 8 de junio, un calor intenso, insoportable por momentos, en una de las zonas más despobladas de la península.
Partimos de la localidad de Aoslos, al norte de Buitrago de Lozoya, en torno a las diez de la mañana, para ascender ya desde el kilómetro 0. Era así la ruta, empezando en subida y acabando...en subida. Buscábamos la Acebeda, para irnos, después, a por el puerto de Somosierra. Una carretera, al principio, en buen estado, que, a la salida de la localidad, empeora notablemente. Se suceden los rampones, sobre todo, ya en las estribaciones de Robregordo...
El
puerto de Somosierra posiblemente fuera el último gran puerto que me
quedaba por ascender en Madrid. La subida, desde Robregordo, no es muy
dura, no nos engañemos, pero, claro, desde ahí ya partes muy arriba,
con lo que bien podría añadirse todo el tramo, incómodo, que acumulamos
desde la Acebeda, por una carretera muy descarnada.
Había
dudas en cuanto a la posibilidad de descender por la carretera N-I o
tener que salir a la autovía, de lo cual no tenía dudas.
Desgraciadamente la N-I no conecta, ni por asfalto ni por pista, con
Santo Tomé del Puerto... ¿Era complicado dejar abierta esa vía para los
ciclistas? Otra pregunta más que hacer a las autoridades.
Ya
en Segovia, buscamos Cerezos de Arriba y la ascensión a la Pinilla,
subida que tampoco conocía y que conecta perfectamente con la Quesera,
por su vertiente norte. Ascensión muy progresiva, mucho, la última
parte "agarra", y más cuando vas "tirando de desarrollo", que a eso nos
hemos acostumbrado en los últimos tiempos.
La
bajada es cómoda, y nos coloca al pie del tercer ascenso del día: la
Quesera. Por esta cara de Segovia es diametralmente opuesto a su
vertiente sureña, con más continuidad, sobre todo, en los últimos
kilómetros...
A estas horas la "tostada" es importante, y empezamos a notar la ausencia de fuentes...
A estas horas la "tostada" es importante, y empezamos a notar la ausencia de fuentes...
Posamos con tranquilidad en la cima del puerto de La Quesera, pero la realidad es que había un "ataque masivo" de avispas...
Pero
lo peor de La Quesera, como he ido comentando a Jorge e Iván durante
toda la jornada, no es el ascenso, sino su bajada, "salpicada" de
repechos de gran nivel...y dureza.
Tras la comida (de la cual no hay fotos, tras la voracidad con la que "atacamos" tanto los bocatas, como, sobre todo, la bebida), nos dirigimos a Campillo de las Ranas, y, poco después, la Muralla China, la cual provocaba "pavor"...
Tras la comida (de la cual no hay fotos, tras la voracidad con la que "atacamos" tanto los bocatas, como, sobre todo, la bebida), nos dirigimos a Campillo de las Ranas, y, poco después, la Muralla China, la cual provocaba "pavor"...
Ya había estado por aquí hace unos años, pero no había transitado por el tramo este, ni en subida ni en bajada.
La
ascensión es dura, sí, pero hasta un kilómetro más arriba de Corralejo.
Luego, hasta el cruce hacia el Cardoso y Colmenar de la Sierra, hay un
falso llano ideal para recuperar. Sí, se puede seguir ascendiendo hasta
Peñalba, pero esa quedará para otra ocasión...
La
temperatura baja algo en esta parte de la ruta, para afrontar el
siguiente puerto del día, la Hiruela, que habíamos descendido hace un
par de semanas. A esas alturas de la ruta ya me encuentro mejor, tras
el bajón de la Quesera y la posterior recuperación, comiendo en
Majaelrayo.
Iván,
a quien habíamos aconsejado ascender el Cardoso, más suave que éste de
la Hiruela, que cuenta con una dura parte final, opta por rematar la
ruta a lo grande, con este puerto que nos permite entrar de nuevo en
Madrid.
En Montejo de la Sierra reponemos fuerzas para el último día: Campadales. El calor es bastante agobiante...
Tras
Campadales, rápido descenso y carretera que "picará hacia
arriba", hasta Aoslos, a ese pueblo del norte de Madrid que hemos
adoptado últimamente para rutear por esta espectacular zona plena de
ascensos y descensos, y terreno muy duro.