EL CICLISMO QUE NO VENDE
(LA ETAPA DE POLA DE LENA DE LA VUELTA A ASTURIAS 2013)




Falta poco para comenzar la ascensión al alto de la Cobertoria (10,2 kilómetros al 8,5% y un APM de 270, con los 8 kilómetros centrales al 9,9% y rampa máxima del 14%), cuando el pelotón de la Vuelta a Asturias cubre su primera hora de carrera: poco más de 47 kilómetros por un terreno relativamente llano... A 47 kilómetros por hora de media, por tanto, se inicia el puerto donde revienta la carrera y cada uno sube como puede. Algunos se agarran a los coches en un puerto en el que, como ya os he dicho, las pendientes máximas son del 14%, aunque mantiene una regularidad que no existe en ningún otro puerto de Asturias durante 8 eternos kilómetros. Quizá hoy muchos hayan abierto los ojos de una vez y se han dado cuenta de que es un puerto indispensable en el ciclismo para dirigirse hacia otras ascensiones cercanas. Aquí encima de la mesa ponemos esto: COBERTORIA-ALBA. No es necesario más. En poco menos de 30 kilómetros se acumula tal dureza que ensombrece al CORDAL-ANGLIRU... Pero volvamos a la carrera, donde el chileno Carlos Oyarzun se encuentra fuerte, muy fuerte, y eso que hace pocas horas de su larguísimo viaje desde su tierra natal para competir. Avión y coche, muchas horas de desgaste, de esas que sólo oimos cuando Messi va a Japón a jugar un amistoso con Argentina o Xavi o Iniesta o Casillas vienen de jugar 5 partidos en dos semanas en distintos puntos de Europa.





Ellos son superhombres, pero Oyarzun sólo es un ciclista con una fuerte personalidad. Se lanza por esa carretera perfecta de la vertiente quirosana y se cae. Una fortísima caída que le pudo costar muy cara, carísima. Sobre el asfalto, unos puntos de sutura y más ya en el hospital. Él mismo va comentando cómo está por distintas redes sociales, en donde muestra fotos más que sobrecogedoras de las heridas de guerra. Otro que no debe ser un héroe, ¿o no?
La carrera continúa por el Valle del Oso, por paisajes que no valen la pena ser vistos por televisión, y se dirige hacia Las Xanas, para ascender el duro Tenebreo, una vez más desaprovechado, por la cercanía a Oviedo, pero situado en mitad de carrera, como también lo estará en la Vuelta a España de este año. Más destrozo, más sufrimiento, porque las rampas aquí ya son de consideración.


El Cuchu Puercu, el puerto de los mil nombres (Cuchu Puercu, Collado Cogochu, Mayéu Espines, altos de la Golpeya,...) decide la carrera, pues tras esa primera parte de desgaste, que son los ocho kilómetros que se corresponden con El Cordal, se entra en una zona que combina descensos con rampas muy duras, de hasta el 15%. El pelotón ya es reducido cuando se corona el Cordal. Todo la belleza del ciclismo recogida aquí, en el quiero y no puedo, hasta que el organismo dice basta. Los números dicen una cosa, pero la realidad es que la tendencia ascendente de la carretera ya dura 15 kilómetros, y aún quedan otros 5. A muchos nos gusta este tipo de ciclismo; pero otros prefieren que el ciclista juegue a equilibrista por rampas imposibles. Marcos García rompe la carrera en ese tramo final del Cuchu, pero le sobra el terreno posterior, una trampa de 25 kilómetros donde el grupo se recompone, y captura al bravo corredor. Y todo visto para sentencia para que la carrera se juegue en Carabanzo, un muro "a lo Flandes" en Asturias. Tras coronar, Txurruka ataca y se impone en Pola de Lena, capital del ciclismo hoy, y muchas más veces, seguro.



¿Sobraba esa parte final? En mi opinión sí, como ya comenté aquí antes de la etapa. Para muchos otros ascender finalmente Carabanzo le da un atractivo especial. Para gustos, hay colores.
Una etapa que ha tenido de todo, pero esto no debe vender.

*Gracias por estas fotos a Xaime Álvarez, Gegi Avin y Alberto Lozano. Os debo una (unas cuantas, más bien), chavales.