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La organización de la Vuelta a España ha decidido realizar una serie de modificaciones respecto al recorrido presentado allá por el mes de enero. Esas modificaciones rebajan, en casi todos los casos, la dureza inicial y menguan los kilómetros contra el crono, una especialidad muy castigada en los últimos años. Lo que no se reduce, sin embargo, es el número de finales en alto, que se queda en 10, además de otras llegadas en repecho... Kilometrajes cortos, etapas de montaña siempre con final arriba, múltiples llegadas en alto, poca crono, esas son las características habituales de los recorridos de la Vuelta en esta década. Características que, más que favorecer el espectáculo, lo perjudican, como se ha puesto de manifiesto en los últimos años, con varios corredores en pocos segundos y que, con la dureza concentrada en la parte final de las etapas, rara vez intentan algo de lejos. Eso por un lado, puesto que de otro están las distancias de las etapas reinas, que "perjudican" los desfallecimientos, las alternativas en la carrera. Y no lo digo yo, sino que lo dicen los más afamados ciclistas de ayer, hoy y siempre: hacen falta etapas largas de montaña, que ahí es donde destacan los "fondistas" y se ve la verdadera esencia del ciclismo: la resistencia. Pero no, ahora se favorece a un tipo de ciclista: el "explosivo".
Un
detalle salta a la vista sobre la manera de enfocar la carrera y es el
hecho de la apuesta por un determinado puerto, por una determinada
etapa. Si en el Giro de Italia, fue la jornada de Corvara, que imitaba
el recorrido de la Maratona de los Dolomitas, en la Vuelta el puerto
estrella es Más de la Costa, un "muro" de 4 kilómetros al 12%. El
problema no es Más de la Costa, sino que también está la Camperona, y
Peña Cabarga, y Lagos, y Ézaro... No hay que resignarse, sino todo lo
contrario. Del "cacareado" "en España no hay montaña" hemos pasado al
"en España no pueden hacerse etapas como la de Andorra (en 2015)", dos
grandes frases que perfectamente pueden ser refutadas por cualquier
aficionado. Aún así seguimos con el "erre que erre" y no aprendemos que
el único espectáculo de la Vuelta 2015 se produjo cuando la meta no
estaba en la cima de un puerto y cuando un contrarrelojista supo y pudo
marcar diferencias con los escaladores. Un año después no hemos
aprendido nada...
Imaginemos
que se pudiera cambiar, variar el recorrido, manteniendo,
prácticamente, las mismas salidas y llegadas, para construir algo
diferente, más cerca de un recorrido equilibrado, para fondistas, para
escaladores, pero también para contrarrelojistas, para corredores
completos, al fin y al cabo...
Una
carrera dura, como la planteada a la derecha, es más preferida por
cualquier favorito, por cualquier corredor fuerte y la respuesta es
sencilla: cuenta con más terreno para poder marcar la diferencia, para
poder combatir a los rivales, y a la vez es más incontrolable por un
equipo fuerte.
Para el diseño de los perfiles se ha utilizado la web La Flamme Rouge