Cuando
alcanzamos Escalona, en torno al kilómetro, consensuamos una parada
para el café. Y allí nos damos cuenta, Jorge y yo, que Jose se ha dado
la vuelta... Espero que para la próxima nos acompañe toda la ruta.
Hasta el momento nunca nos hemos comido a nadie. Desde aquí animarle
para venirse a una ruta, pero entera.
En
Escalona dejaremos la carretera nacional para sumergirnos en "el Toledo
profundo", pasando por el pueblo de Garciotum, en el que nos sorprende
esta escultura que podeis ver arriba. Había que parar...
Poco
más adelante alcanzamos el cruce donde arranca la ascensión al puerto
del Piélago por Castillo de Bayuela. Es una buena ocasión para
incluirlo en la web, con lo que voy anotando y haciendo fotos de la
subida. Es dura, bastante dura, esta vertiente, quizá la que más de
todas las que he ascendido (y llevo varias). Por delante se van Juan,
Miguel y Jorge, pero no importa. Mi objetivo es saborear este puertazo
para, más adelante, haceros un pequeño retrato aquí.
El
paso por El Real de San Vicente es quizá la parte más dura del puerto.
Ya lo conocía de un paso anterior, allá por el año 2012, con el bueno
de Danich, en una ruta salvaje con Piélago, Mijares y Serranillos.
Batallas y más batallas...
Me
esperan los tres compañeros en la cima, donde nos hacemos la foto de
rigor en el cartel. El Piélago por esta vertiente, es todo un
"primera", con zonas duras, buenas vistas (como veis en las imágenes) y
enlaza de lujo con algunos "gigantes de Gredos" como Mijares o Pedro
Bernardo.
Bajada
hacia Navamorcuende, donde hacemos nuestra clásica parada para comer el
bocata. Hay que reponer energías porque la jornada es dura, aunque más
de lo previsto...
Nos
dirigimos ahora a La Adrada, para continuar a Sotillo de la Adrada.
Esta fase de la ruta se desarrolla en Ávila, en pleno valle del Tiétar,
donde reinan Mijares, Serranillos, Pedro Bernardo y, también, una
ascensión algo más desconocida, pero no por ello, menos dura: Casillas.
Esta ascensión, como voy comentando a mis colegas de ruta, está
asfaltada por el sur, hasta el kilómetro 8,2 y cuenta ya ahi con unos
números muy respetables. Sin embargo el puerto, ya en forma de pista de
tierra, continúa hasta los 1467 metros de altitud. Serían unos 2-3
kilómetros, sigo relatando. Pero está mal la pista, que ya había
intentado asaltar con flaca hace unos años.
El
tramo asfaltado hace daño, y mucho, al grupo. A las durísimas
pendientes (hasta un 17%) se suma el calor, el desgaste (más de 100
kilómetros) y el desnivel acumulado (próximo a los 2000 metros). El
grupo se rompe y subimos, de uno en uno, hasta la zona donde acaba el
asfalto, donde contábamos con reagruparnos para dar la vuelta y
regresar a San Martín...
Jorge,
que esta vez va más tocado de lo habitual, llega a nuestra altura, pero
continúa. En broma le suelto que "los asturianos, por aquí" (hacia
arriba). Ni mira, y continúa pedaleando en busca del puerto...
Pasan los minutos, pero no da la vuelta, con lo que opto por ir a
buscarlo, mientras Juan y Luis esperan...
Me
adentro en uno de esos puertos que tenía ganas de catar desde hacia
tiempo. Sin embargo el estado de la pista no me generaba excesiva
confianza. Mucha piedra suelta, zanjas, sumado a las pendientes,
exageradas en algunas zonas.
Hasta
que logro alcanzar a Jorge, quien no dudaba que subiría. Ya ha avisado
a nuestros compañeros que vamos a coronar el puerto de Casillas, por
tierra, con dos... Sí, así se escribe la historia: si quieres algo has
de ir a por ello, no puedes esperar a que te lo sirvan en bandeja.
Cuando,
finalmente, alcanzamos la cima del puerto, nos quedamos embobados con
el paisaje. El esfuerzo valía la pena, Casillas es un puerto tremendo,
muy duro, pero agradable para la vista. A nuestros pies el embalse del
Burguillo, a lo lejos la sierra de la Paramera.
Las
fuertes pendientes, el estado de la pista, nos hacen descender, durante
buena parte del trayecto, andando, añadiendo un esfuerzo extra del que
tardo en recuperar (y así os escribo).
Cuando
finalmente salimos a la zona asfaltada, ésta no está mucho mejor, y
cuenta con abundantes socavones o zonas descarnadas completamente (como
en la foto de arriba).
Hasta
que, finalmente, llegamos a la altura del embalse y la carretera mejora
notablemente. Ya sólo nos queda llegar, primero, a El Tiemblo, y
definitivamente, a San Martín de Valdeiglesias.
Tras
149 kilómetros y más de 2800 metros de desnivel, con sólo dos puertos
(pero qué puertos...), llegamos a San Martín de Valdeiglesias. El rutón
realizado, sin planificar en esa segunda parte, nos deja rotos, pero
satisfechos. Así se escribe el cicloturismo de locura por los puertos:
cualquier día es adecuado para rutear...